El sitio web de Rosa Ribas

Sitio wen de Rosa Ribas
Sitio web de Rosa Ribas

Recientemente visite el nuevo rediseñado sitio web de Rosa Ribas, una de las escritoras de novela negra más importante en la actualidad. Catalana de nacimiento, vive actualmente en Frankfurt, Alemania. Escribe novela, ensayo y mantiene un blog en el que frecuentemente publica textos cortos.

El primer libro que de ella leí fue “Don de lenguas”, escrito a dos plumas junto a Sabine Hoffman. Ambientada en la Barcelona de 1952 Ana Martí-periodista- aparece por primera vez como protagonista en compañía a Beatriz Noguer-filóloga- quienes junto con el Inspector Isidro Casto forman un trío muy disparejo, pero efectivo. El inspector Franquista en transición al arrepentimiento, la inteligencia y el arrojo de Ana y los conocimientos lingüísticos y literarios de Beatriz resultan ser las herramientas apropiadas para resolver un caso muy intrincado. Muy buena novela que te mantiene atrapado en su lectura.

Actualmente estoy leyendo “Entre dos aguas”, una aventura de la Comisaria Cornelia Weber-Tejedor. Al investigar la muerte de Marcelino Soto en Francfort, Cornelia, hija de madre española y padre alemán, se va reencontrando con sus raíces culturales. No se aún cual es el desenlace, pero puedo apostar que va a encontrar a los culpables del homicidio de Marcelino.

Tengo pendiente de comprar “El gran frío”, la más reciente aventura de Ana Martí, y leer “La detective miope”. Por lo pronto estoy disfrutando de las aventuras de Cornelia y las pláticas con su madre. Por cierto, este personaje me hacen entender mejor el porqué mi propia madre, cuando platica sobre sus conocidos, hace tantas referencias a detalles de sus vidas. Muchos aparentes desvíos y rodeos que a simple vista parecieran no tener mucho que ver con esa historia que me quiere contar, pero que dan una riqueza enorme del entorno humano de los hechos. Herencia hispana, tal vez.

Decía que Rosa Ribas también tiene su propio blog- bueno, en realidad son dos- donde narra historias cortas llenas de esos detalles de la convivencia familiar que forman esta maravilla que llamamos vida. Y además hay unas historias de lápices que vale la pena leerlas. En el sitio web-accesible en Castellano y Alemán- encontrarás referencias a estas dos bitácoras.

¿Te interesa alguno de sus libros? En rosa-ribas.com hay una buena colección de críticas a sus trabajos y referencias para que puedas comprarlos. Y créeme, son más de los que he nombrado este texto.

También hay un apartado donde puedes enterarte de la agenda de eventos en los que la autora participará. Y una serie de entrevistas que diferentes medios han hecho a esta autora. Las tierras del rincón tuvo el honor de entrevistarla y esto es lo que Rosa Ribas dice al respecto en su sitio web.

¿Ya leíste la entrevista publicada en este sitio? Te invito a hacerlo.

Date la oportunidad de visitar el sitio web de Rosa. En verdad lo vas a apreciar.

 

El lugar donde escribo

Mi recámara-estudio
Mi recámara-estudio

¿Dónde escribo? En mi cuarto, casi siempre. Una mesa de madera, una silla también de madera y ruidosa, un cojín sobre el asiento. Mi laptop sobre un colchón para enfriamiento de la batería.

Libros sobre la mesa recargados contra la pared donde veo títulos que prometen enseñarme el arte del bonsái, cómo escribir novelas o esas partes de la ciudad de México que Fabrizio Mejía describe con tanta lucidez. Literatura y ensayos que veo día a día, noche a noche, complementan los otros libros que están en la parte superior de la cómoda, a unos centímetros de la mesa, donde coloco los de novela negra. Dos porta revistas que contiene mis cuadernos de notas, copias e impresiones de documentos que me interesan, unos DVD encima de los libros.

Un pizarrón blanco con los nombres de los días de la semana y cinco espacios bajo cada uno de ellos delineados en color negro. En la parte superior izquierda la palabra Mes al inicio del renglón, invitando a escribir con plumón lavable el nombre correspondiente.  Algunas anotaciones mías en color negro y azul, un número de 4 cifras que ya no recuerdo que significa. En las casillas de lado derecho, las más cercanas a mi cuando escribo,  números de tres y dos cifras separados con un guión que me dicen el número de palabras y el día que las he escrito. Doce anotaciones escritas a diferentes colores, sin algún orden en particular.

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Escritores de novela negra y como trabajan – Toni Soler

 ¿Te has preguntado cuales son los hábitos de trabajo de tus escritores favoritos? ¿Que música escuchan cuando escriben, dónde lo hacen, cuantas horas pasan derramando palabras sobre el papel o la pantalla?

 Esta serie de entrevistas darán respuesta a algunas simples preguntas que hice a algunos de los escritores de novela negra más importantes de este tiempo.

 Hoy Toni Soler nos da a conocer algunos de sus hábitos como escritor. Que lo disfrutes.

Antonio (Toni) Soler, escritor.
Antonio (Toni) Soler Palomares, escritor.

¿Podrías presentarte y decirnos que escribes (cuento, novela, ensayo, ….)?
Toni Soler, cuarenta tacos; autónomo ‘búscate-la-vida-como-puedas’ desde que acabé la carrera. Valencia es mi ciudad, donde nací, crecí y aprendí a disfrutar de la lectura. En todos sus rincones guardo un recuerdo y sin ellos estaría perdido a la hora de escribir. El género negro me apasiona y supongo que eso se nota en mis novelas.


¿Cuántas horas al día escribes?
Antes trataba de cumplir un horario, entre dos y cuatro horas al día por la mañana temprano, aunque ahora (acabo de ser papá) escribo cuando puedo, mucho menos de lo que me gustaría. Mi vida ya no es solo mía.

¿A qué hora del día prefieres hacerlo?
Lo dicho. Prefiero hacerlo entre las siete y las diez de la mañana, aunque mi próxima novela se está gestando de noche.

¿Te fijas un límite en palabras, o en tiempo? ¿o no hay límite?
Antes sí, ahora imposible. Avanzo hasta que me vence el cansancio.

¿Cuándo escribes escuchas música? de ser así, ¿qué tipo de música?
Nunca. Me distraigo con facilidad. Si escucho música escucho música. Ojalá pudiera hacer las dos cosas a la vez.

¿Qué tan seguido consultas Internet? ¿tienes períodos en los que te abandones totalmente al vacío de la Internet? ¿O te desconectas completamente de tu conexión a la red?
Desde luego. Incluso apago el teléfono móvil. Para disfrutar a tope de algo a veces hay que desconectar por completo de todo lo demás.

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Voodoo Donas – el asesor

Voodoo donas, el asesor.
Voodoo donas, el asesor.

Lo malo de ser agosto es que para poder disfrutar de las Donas Voodoo tienes que tomar en cuenta el tiempo de espera y aceptar que muchos más estarán frente a tí cuando llegues al establecimiento. Pero en verdad que vale la pena aguantar el calor y el tiempo invertido haciendo cola en esa línea que se antoja interminable a primera vista. Sea pues.

 Para mi suerte inicie la espera a la sombra de un árbol. Aquí, en la matriz, las colas siempre son largas. Después de unos minutos de estar en la fila escucho que alguien entabla conversación con un volumen de voz lo suficientemente alto -intencionalmente estoy seguro- para ser escuchado . “Hola, ¿como les va el día de hoy? No se asusten. No soy un tipo que se presenta al azar, soy un asesor profesional de donas…” (1) dice el tipo y escucho algunas risas suaves.

Forzando mi apariencia a la de turista tomo algunas fotografías de la fila y los trovadores, aprovecho para ver lo que ocurre a mis espaldas. Ahí está, veo al tipo que se presentó parado frente a dos veinteañeros, sonrisa en la boca y haciendo algunas preguntas para romper el hielo. Cabello rubio y ralo, patillas delgadas alargadas, camisa desabrochada mostrando una camiseta colorida, lentes obscuros. Planchado su pantalón. Era suelta su actitud, mostrando tener muy buenas habilidades para solciabilizar.

Que venían de California y deseaban probar las donas de Voodoo  le decían los interlocutores al asesor correspondiendo también con sonrisas. Uno de ellos, el más delgado y alto, no pudo tomar a tiempo el menú que le ofrecía el asesor profesional. Antes de que deshiciera el nudo de sus brazos cruzados, su compañero lo tomo solícitamente.

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Brasileiros en el LACMA

Músicos brasileiros
Músicos brasileiros

De todos los presentes quienes se mostraban más felices, en su ambiente, eran los brasileños. Esta tarde el lugar del evento les pertenecía, era de ellos, era su música. Y no es que los no brasileiros estuvieran a disgusto pero esta fiesta era de los que tenían el portugués como lengua madre, de los que que consideran el fútbol como una religión, los paisanos de Pelé y de Antônio Carlos Jobim.

Enseguida, casi pegados a nosotros, había algunos de ellos. Eran más mujeres que hombres. Algunas parejas también. Tomando el vino en copas de vidrio, degustando quesos, carnes frías, verduras preparadas como entremeses. Panes por aquí, algunas aguas o bebidas refrescantes por allá. Zapatos, platos desechables, manteles y cobertores en el césped para sentarse sobre ellos.

Platicaban en portugués, salvo cuando era presentado algún recién llegado. A estos fuereños se dirigían en inglés y saludaban formalmente dando la mano.  Los abrazos al parecer estaban reservados a los paisanos. A los demás se les saludaban cálida, aunque formalmente.

“Algunos de ustedes, brasileños, recordarán a Xuxa….”


Dijo Katia al micrófono. “Me da un gusto enorme saludar a una amiga aquí presente, quien trabajo como productora de algunos de sus shows…” Su brazo señalo a la mencionada, quien mandaba besos y aplaudía con los brazos muy pegados a su cuerpo y sus manos muy cerca a su boca. Rubia, delgada, de baja estatura, mostraba mucha emoción al recibir el reconocimiento de la cantante. Con sus manos juntas, formando una especie de cavidad con la que cubría su boca, mandaba de vez en vez besos o aplaudía el gesto de Katia.

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La ardilla de la Main Street

La ardilla de la Main Street
La ardilla de la Main Street

La primera vez que la vi corría sobre uno de los gruesos cables de energía eléctrica que se despliegan en paralelo por arriba de la calle en la acera de enfrente. Corría con gracia encorvando un poco su cuerpo cuando saltaba, con la vista al frente. Su piernas, musculosas. Su pelaje, brilloso. Su paso firme, despreocupado.

Es un trayecto de 25 metros el que recorre para llegar de un árbol a otro, sin necesidad de bajar al piso y andarlos sobre el pavimento.  Los dos árboles entre los que se mueve están situados en manzanas diferentes por lo que utilizar el cable le evitaba lidiar, además, con los vehículos que transitan por ahí.

 Después de esa primera vez la he visto muchas más. La veo corriendo apresurada o caminando tranquilamente, de ida y regreso casi siempre llevando algún tipo de alimento-seguramente nueces- en su boca. O quizás no sea la misma, porque en verdad es imposible para mí distinguir una de otra. Todas me parecen iguales, como si fueran clones.

No hay quien la moleste. No la persiguen, no la cazan, no la agreden, no la ahuyentan, no le temen, nadie se atreve a tirar sus árboles. No veo niños o jóvenes que les tiren con resortera o municiones. Más aún, en algunas casas le ponen bebederos para que tome agua o le dejan elotes completos para que se alimente. Parece que los habitantes de esta ciudad no la consideran una plaga.

Allá, arriba, todo parece tranquilo para ella. Salvo, quizás, cuando otra ardilla trata de cruzar al mismo tiempo y se encuentran en un camino demasiado angosto para las dos. Pero ni siquiera eso le preocupa. Simplemente una de ellas decide pasar por debajo del cable, sin detenerse siquiera a discutir con la otra cual camino tomar.

Aquí puede vivir tranquila y el alimento para las de su especie abunda. Este es un buen lugar para ella, donde se siente segura. Más segura que si fuera humano, adolescente, y alumno de alguna de las escuelas de este país. A ellos si les tiran a matar con armas de fuego de grueso calibre.

Me alegre por las ardillas. Me entristecí por una cultura que a veces pareciera no mostrar a su juventud las mismas consideraciones que tiene para estos roedores.

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Escritores de novela negra y como trabajan – Ricardo Bosque

 ¿Te has preguntado cuales son los hábitos de trabajo de tus escritores favoritos? ¿Que música escuchan cuando escriben, dónde lo hacen, cuantas horas pasan derramando palabras sobre el papel o la pantalla?

 Esta serie de entrevistas darán respuesta a algunas simples preguntas que hice a algunos de los escritores de novela negra más importantes de este tiempo.

 En este entrega Ricardo Bosque nos da a conocer algunos de sus hábitos como escritor. Que lo disfrutes.

Ricardo Bosque
Ricardo Bosque

 ¿Podrías presentarte y decirnos que escribes (cuento, novela, ensayo, ….)?

Soy Ricardo Bosque y nací en Zaragoza -donde siempre he vivido- hace exactamente medio siglo. El trabajo que me da de comer lo desarrollo en el ayuntamiento de mi ciudad y parte de mi tiempo libre lo dedico a juntar palabras en forma de novelas, relatos, reseñas literarias y algún artículo. Y otra parte de ese tiempo libre lo dedico a editar y dirigir la revista digital Calibre ,38, especializada en el género negro.

 ¿Cuántas horas al día escribes?

Menos de las que me gustaría, con dos pequeñajos de cuatro años corriendo todo el día por casa no se puede hacer más. Siempre que puedo y estoy con una novela, entre hora y media y dos, a poder ser todos los días.

 ¿A qué hora del día prefieres hacerlo?

Esta respuesta es complementaria de la de arriba: no es cuándo prefiero sino cuándo puedo, habitualmente de noche y, sobre todo, viernes y sábados. Y me gusta, no voy a negarlo.

 ¿Te fijas un límite en palabras, o en tiempo? ¿o no hay límite?

No, nunca. A veces me lo he propuesto y a la vista de que nunca lo he logrado he desistido de fijarme objetivos tan a corto plazo.

 ¿Cuándo escribes escuchas música? de ser así, ¿qué tipo de música?

Casi siempre lo hago, me gusta tener música de fondo, instrumental porque si tiene letra terminaría cantando. Jazz, étnica y clásica son mis favoritas, aunque a veces me permito -si la ocasión lo propicia- algo de pop o rock: The Cure, The Clash, Belle & Sebastian, Eels…

 ¿Qué tan seguido consultas Internet? ¿tienes períodos en los que te abandones totalmente al vacío de la Internet? ¿O te desconectas completamente de tu conexión a la red?

Nunca desconecto de la red, diría que soy casi un adicto. Como instrumento de consulta me resulta insustituible y, desde luego, como modo de estar en contacto con otros autores o con lectores que han tenido el detalle de leer alguno de mis libros.

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Buscando novia – el inicio

Busco novia
Busco novia

Buscar novia. Gringa, blanca, rubia, ojo azul, lindas piernas. A fin de cuenta estoy  viviendo en Gringolandia y en una ciudad donde abundan las güeras. Si, esto es lo que obliga y hay que anexarlo a esa lista de cosas por hacer antes de morir.

Es un buen momento de iniciar la nueva vida ¿y que mejor forma que tener novia, que caray? Vamos pues. Que esto sea anexado a mi ToDo list, wish list, bucket list. Ni modo, aceptar el hecho que a los 59 cumplidos ya la calaca anda no muy lejos.

Desconociendo la ciudad y no contando con mucho tiempo libre, la primera opción fue hacer una búsqueda en línea.  Si soy un amante de  ciertas tecnologías de este siglo, ¿porque no aprovecharlas para afianzar los lazos de unión mestizo-anglo? Sea pues. A tirarme un clavado a la red de redes.

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Brasil en el LACMA

En el LACMA* otra vez. El sábado, a las cinco de la tarde. Que Katia Moraes era la atracción principal. Vamos pues, dije sin muchas ganas. Entonces allá nos vemos yo llego por mi cuenta, a fin que hay transporte público para llegar al lugar del evento. Sale pues, allá nos vemos.

Me baje en la Wilshire y Faifax después que el desconocimiento de esta ciudad me hiciera tomar el camino largo. Por un lado de Urban Light, luego de sortear y dejar atrás un enorme grupo de ciclistas que platicaban en las rutas de acceso, busqué una mesa desocupada. La escogida, aunque chaparra, ni mi lonche ni mi hambre despreciaron. En un muy europeo pan acomodé el queso primero, después el jamón. La primer mordida a gloria me supo porque el hambre ya me había alcanzado. Faltando menos de veinte minutos para la cita y con el postre en mis manos, directo al área del concierto.

Al fondo el área cuyo foro esta rodeado de bien cuidados árboles, gradas a su espalda y jardín al frente. Pasos rápidos me impulsaban para ya no más dilatar mi presencia. Había llegado la hora de escuchar música de Brasil.

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Voodoo Donas

La marquesina
La marquesina

¿Se te antojan unas donas totalmente veganas, o mejor aún, cubiertas con tocino? O quizás las prefieras cubiertas con esos cereales para niños (Fruit Loops). O de plano, si estás preparándote para una fiesta, ¿que tal te vendría un ataúd de madera lleno de donas de todas formas y sabores? Pues todo esto puede ser real si vas a Portland, Oregón. Además, si eres emigrante, tantos sabores y colorido quizás faciliten tu proceso de integración aceptación a la nueva realidad.

Las donas son populares en Portland, pero no cualquier tipo de donas. Las Voodoo Doughnut son las apreciadas, las queridas. Son casi un símbolo de la ciudad. Y esto lo descubrí a mi manera, una calurosa tarde de agosto.

Dicen que todo lo bueno cuesta y no siempre es dinero. Y en el caso de las donas del Voodoo, esto es más cierto pues para comerlas debes estar dispuesto también a hacer fila y esperar un mínimo de 20 minutos a que te atiendan. Las filas son largas, las esperas también. Pero tu recompensa vendrá empaquetada en unas cajas color rosa, con dibujos de claveras -que a mis ojos parecían más al estilo de Posadas que al Halloween- y con la leyenda impresa que dice: “Good things comes in pink boxes”, la misma que despliega la marquesina del negocio.

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