Portland y mi memoria de teflón

Tocando harmónica en el festival
Tocando harmónica en el Festival de Blues de Portland, Oregon.

En algunos aspectos de mi vida mi memoria es muy selectiva o de poco alcance, para algunos efectos prácticos.  De teflón, pues.

Verán, me es muy difícil, por ejemplo, recordar el nombre de las personas que recién conozco. En algunas ocasiones he pasado por situaciones embarazosas al confundir sus nombres o asignar algunos otros que nada tienen que ver con ellas. Y me ocurre con quienes tengo ya establecida alguna relación de trabajo o cierta amistad.
Acordarme de las fechas tampoco es mi fuerte. No recuerdo la fecha de cuando hice ese viaje tan especial, cuando ocurrió ese acontecimiento importante en mi trabajo o en mi vida personal, en que fecha conocí a tal persona o cuando se vencen mis cuentas por pagar. También olvido frecuentemente las fechas de citas o eventos a los que quiero asistir.

Y lo de las fechas es quizás la parte más crítica de mi desmemoria porque no recuerdo, por ejemplo, la fecha de nacimiento de mi madre, la de mi padre, la de mis otros parientes ni la de mis amigos cercanos. En verdad que los únicos aniversarios que recuerdo son los de mis hijos, de mis hermanas, de mis tres nietos y los de tres de mis grandes amigos.  Y esto en sí mismo es una desgracia para un hombre de casi sesenta años de vida, porque en tantos años tengo la dicha de contar con mucha gente que realmente significa algo para mí pero de la cual olvido la fecha de sus cumpleaños.

Otra de las manifestaciones de mi memoria de teflón es que algunas veces estando en mi casa, siento la urgente necesidad de hacer algo en un lugar diferente al que me encuentro. Por ejemplo, estoy en mi cuarto y necesito ir a la sala por ese libro en el que estoy seguro encontraré la referencia que necesito para algo que estoy haciendo. Me levanto, voy a la sala y ¡POW!, se me olvido cual era el objetivo de mi viaje. Tengo que recorrer mis pasos de regreso al punto de partida para que la memoria se reactive.

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